Y bueno, me canse de disparar sin practicar la puntería, me canse, si, porque no hay nada más agotador que tratar de adivinar el tamaño del escalón para no tropezar.
Es tan angustiante, ser como el insecto que huye del cruel humano, trepando inútilmente una pared mojada que se burla ensordecedora a cada caída y rocío venenoso proveniente del cilindro macabro sostenido por el cruel humano.
Entonces me aconsejan: "Aguarde en la sala de espera sin esperar, porque esperar es sinónimo de amargura". Pero ni el purgatorio pinta tan cruel después de escuchar eso. Es casi imposible desanclar la expectativa, esa que busca la potencial pasajera, y no la soledad pasajera, esa ya esta desde hace mucho, sino la que sustituye dulcemente la soledad, esa que se me hace mar y yo tan tierra firme, se me hace estrella y yo tan años luz ¿por que no se me hace en los ojos y yo tan feliz? oh! hacedora torturadora inexistente, tan pensada, tan añorada, tan soñada.
Mi imaginación te construye, de manera esporádica concluye en realidad, pero únicamente son destellos, chispas de ese fuego ideal para consumir dos almas. Pero no, solo me toca esperar, agregare una coma mas, tan necesaria como hiriente, a esa ultima oración; "solo, me toca esperar" en la sala de espera, donde la acción mas esencialmente agria es esa, esperar, madre de la ansiedad mas innoble.
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