lunes, 3 de febrero de 2014

Filofóbicos Anónimos en Febrero. (introducción)

Juan regresaba de la biblioteca creyendo que podría mantener su mente ocupada al leer un libro de historia durante el fatídico mes de febrero. Fue hace un año nada mas cuando vivió una tortura gigantesca en su corazón de joven; que se ilusionaba con amores fantásticos de esos que solo reproduce el subconsciente en sueños tan hermosos donde el despertar se convierte en la mayor decepción.

Algo no andaba bien cuando llego al parque. No había absolutamente nadie, esto le preocupo, empero, no sintió temor y menos cuando soplo el más agradable de los vientos, que acaricio su cara con ternura.

De repente escucho un ruido proveniente desde el centro del parque, un silbido melódico y atrayente. Se dirigió hacia el roble situado en medio de aquel verdoso jardín. Juan se lamentó de haber pasado tantas veces ignorando aquella belleza natural.

El silbido de nuevo, la persona debía de estar detrás del árbol. Al acercarse, Juan noto un contorno de corazón dibujado en el roble, al observarlo detenidamente, se dio cuenta que era un corazón roto.

-Algún desafortunado como yo- se dijo así mismo soltando una risa irónica.
Al palpar el grabado, el corazón se abrió dejando ver el interior del roble.

-Por fin llegaste hoy si estamos completos, Gustavo puedes comenzar tu relato- dijo un tipo de espalda robusta sentado en el suelo a la derecha de quien seguramente era Gustavo, y a la izquierda de él dos chicas formaban un circulo. 

-¿Dónde estoy?- pregunto Juan con cara sumamente confusa, mientras cruzaba el umbral del misterioso interior del roble. 

-Tú siéntate, ya te tocara contar tus penas de Día de San Valentín- dijo con amabilidad el tipo. Juan hizo caso con el ceño fruncido, se sentó entre Gustavo y una de las jóvenes, ellos estaban también algo aturdidos, y en esa atmosfera absurda Gustavo comenzó a relatar su historia. 

Continuara

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