Odiaba el olor a cigarro por la mañana, es algo ofensivo para mi, y ella aun lo hacía.
También condene esa manía de pedirme favores justo en el momento que mis gluteos se hunden alegremente en el sofá, y ella aun lo hacía.
Pero lo que ya no hace esa amarme, no, ya no lo hace.
En el éxtasis musical de mi canción favorita, le bajaba el volumen al equipo provocando una ira apenas contenida contra ella y el locutor que rara vez reproducía esa melodía. Y ella siempre lo hacía
Asimismo el café de la tarde que yo preparaba dos horas antes, y que, con gran entusiasmo colocaba mi libro, sacaba mis taza que llevaba un dibujo de Abbey Road (taza predilecta) solo para darme cuenta que lo único restante en la cocina era el aroma y la azúcar derramada. Y ella siempre lo tomaba.
Pero lo que ya no hace es amarme, no, ya no lo hace. café amargo por favor.
martes, 1 de abril de 2014
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