domingo, 9 de febrero de 2014

I Parte: Relato de Gustavo, "Carta Y rosa"

Tengo una amiga, y no, no me enamore de ella, pero ella fue quien me la presento...

La notaban mis ojos cada cuanto, y como no hacerlo, todos en mi colegio lo hacían incluyendo las chicas, para envidiarla, claro está, o bueno al menos eso creo. 

La conocí en invierno, la miraba diariamente y fue hasta cuando ya no lo hacía, ósea en vacaciones, que comenzamos a hablar gracias a mi amiga. Era demasiado hermosa para que mi mente llena de complejos llegará a pensar que algo pudiera surgir entre los dos. Pero a veces el destino te sorprende, o mejor dicho, te juega una cruel broma. 

-le gustas- era el mensaje por la red social. Me sorprendí, claro que si, a una diosa le gustaba un pobre diablo. Me costaba explicarlo, termine por concluir que simplemente soy un buen tipo, tesis que contradecía enormemente la realidad de los buenos tipos, que como dicen  por ahí, solemos ser los últimos, o veces ni eso.

En los momentos en que creí ser su futura pareja, en que nos encariñábamos de la forma más cursi, en ese absurdo e iluso intervalo, no nos vimos, y la espera a entrar de nuevo a la secundaría nunca fue tan impaciente. Yo deseaba tomarla de la mano, besarla, y verle los ojos al hablar con ella o nada mas estar a su lado, el más autentico amor (ilusión) de adolescente. 

Y bueno, en medio de la incertidumbre provocada por un hecho extraño en la red social; en la cual ella decidió poner el estado de comprometida conmigo, y al segundo día lo removió porque, según mi amiga, no era prudente que el ex novio lo mirara, ya que habían terminado recientemente, en medio de eso, llego el inicio de clases.

Soledad: No habían terminado seguramente. Si no, ¿por qué quitar el estado? 

Exacto, pero ella me dijo que si lo habían hecho, y yo le creí, y termino siendo verdad, sin embargo esa semana ella fue demasiado voluble, que hacía sospechar. Los dos primeros días fueron de ensueño, recreos con ella, manos juntas, ante la sorpresa de muchos, y no era para menos. Era, y no miento, porque ya no lo es, la chava más hermosa en el colegio, porque siempre hay una.

Y los últimos día de esa semana, antes del 14, se volvió indiferente (como odio la indiferencia de la mujer), incomoda al estar conmigo. Cuando la solicitaba, mandaba a decir cualquier increíble excusa, mi amiga decía: “ella es así”, y eso me molestaba en demasía. Pero estaba loco por ella, mi disposición por seguir con esa enfermiza relación (si se le podía llamar relación) era estúpidamente grandísima. A tal punto que el dichoso día llego y pensé que era perfecto para recuperar lo que no estaba seguro si había perdido, o si había poseído, ya que me que me había quedado satisfecho (ciegamente)  con la teoría de mi amiga "ella es así". En fin, aproveche la patética venta de cartas de amor, cortesía de los estafadores de ultimo año, mal hechas, simple, pero era lo único que pude conseguir por mi siempre precaria economía de colegiado. También una rosa, para variar un poco.   
     
                   (Los demás  rieron un poco)

                                                                                                                       Entonces baje al finalizar las clases, rápidamente para buscarla, iba excitado, ilusionado, de que el cariño tan fugaz que tuvimos, volviera. Rosa en la mano derecha, carta en la izquierda, llegue al patio del colegio, mis ojos la buscaban frenéticamente, de repente vi a su “ex novio”, mirándome con ojos furiosos, a su lado, ella, mirándome con ojos preocupados. Sentí que una piedra gigantesca se había estancado entre mi garganta y la boca del  estomago, y con esa piedra pase junto a ellos, me subí al autobús con la rosa y la carta ante las miradas de lastima de mis compañeros, que solo se comparan con las que tiene uno al ver a un perro con la pata fracturada. Llegue a mi casa y mi amiga me llamo para dar una explicación que por supuesto no creí, y esa fue la segunda desilusión y a la larga la que dolió mas; que mi amiga tratara de defenderla a ella después de haberme ensartado un cuchillo. Dos muy buenas razones para odiar este maldito día. Con el tiempo perdone a mi amiga sin decírselo, pues soy malo para ser resentido, es parte de mi inseguridad y poco querer a mí ser. 


Encendiendo un cigarrillo, con un gesto de manos y ojos aguados dio a entender que no hablaría más. 

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