lunes, 20 de enero de 2014

"Su mejor amigo"

El tipo estuvo en su vida antes que yo, es posible que la conozca mejor que yo, no le he visto la cara y ya la odio. ¡JA! Mejores amigos ¡si cómo no! Paris y Elena eran mejores amigos, Monroe era amiga de Kennedy, las mujeres de Picasso eran sus amigas también, ¡A que quieren engañar estos!

-Me gustaría que lo conocieras- me dijo ayer. La perfecta coartada; presentármelo para que no hayan malos entendidos y de esa manera no sospechar nada. Que mente mas maquiavélica la de mi pareja, definitivamente la subestime. Y yo que he estaba tan feliz, tan ilusionado. Debí saberlo, muy bueno para ser cierto, ella tan hermosa y yo tan mendigo.

Pero como no lo pensé antes, ella: de piel suave, blanca, su cara rozando lo angelical, sus ojos oscuros y muy profundos, Hablando de Picasso, si la conoce en otro tiempo la pinta, o la pinto en el más allá y a Dios le pareció buena idea crear a semejante belleza, representarla y ponerla en mi camino para perderme en sus cabellos oscuros y brillantes ¿Cómo es eso lógico?

Me aliste, me bañe como nunca antes lo había hecho, y no te rías querido lector que en ocasiones especiales también te lavas más o mejor que de lo normal. Busque mi mejor camiseta, la más fina de botones, la planche hasta eliminar las mas mínima arruga (me tarde horas).  El pantalón, nunca lo plancho, pero me pareció preciso hacerlo esta vez. Jamás me peino y hoy lo vi necesario, no me gusta rasurarme, pero oh! Ella tenía que verme como el tipo más esplendido, el macho alfa en acción, intimidar a “su mejor amigo” era el objetivo principal.

Si no me era infiel, era cuestión de tiempo, si ya se, que desconfiado neurótico que soy, al rato ni siquiera piensa en eso, y ¡cuando la veo! Que equivocado estoy, pero como me sería infiel tanta ternura y cariño unido en esa persona tan hermosa, no puede ser, pero que cosas la que mi mente se imagina, estúpido. Pero él, ja ja ja, él claro que lo desea, yo también tuve mejores amigas muchachito, se lo que pretende. Y el nombre ¡Melton! ¿Quien se llamas así?

Llegue al restaurante, impregnado de perfume. Creo que exagere, olía demasiado, es ofensivo hasta para mi, ¡rayos!  Primer error. Busque la mesa, note algunas miradas de ciertas mujeres que se encontraban ahí, (lo lograste, eres el chico de la noche) paso por mi lado derecho un tipo con claro consumo de esteroides para aclararme que las miradas no eran para mí. Segundo error, nunca haber ido al gimnasio.

Note una mano que se movía de lado a lado, una mano limpia, con las uñas pintadas de azul claro (su color y el mío también) la vi, y está muy linda como siempre. No, no lo permitiré, no dejare que me la quites, ¿quién eres? muéstrate, pero ¡QUE! Esta con dos hombres, ¡dos! Tranquilo, respira, bueno es una batalla injusta, dos contra uno, yo puedo, vamos, si yo puedo, seguro me eliminan del mapa a mi primero para seguir disputándosela entre ellos, animales asquerosos.

-Hola querido, siéntate- ¡Dios que mujer! No puede ser tan cruel la vida para dármela y quitármela tan rápido.

-querido, como ya llevamos un mes de relación, considero que es momento que conozcas a un compañero fiel, que ha estado conmigo en los momentos más difíciles-

Y mi mente: ¿compañero? ¿fiel?

-Melton, René, René, Melton- presentó ella.

-Mucho gusto- dijo el cretino

-igual- respondí yo, pero que mentiroso soy, claro que no me da gusto, pero dentro de unos instantes me daré gusto en decirle lo que de verdad percibo de él.

-Y quiero presentarte también-

Y mi mente: Dale, presenta al otro contrincante, otro integrante de este cuadro que terminara ensangrentado, ¡oh si! Si no se apartan los aparto, cálmate, no hay necesidad de violencia, si la hay, no la hay, si la hay, ¡qué tipos estos!

-A Rodrigo- termino la oración.

Y ya tenía preparado mi  discurso para cuando ella se levantara para ir al baño, me escucharan estos que se creen que pueden llevársela y verme la cara de idiota.

-su pareja- añadió mi novia. 


-¿Cómo?- Pregunte yo.

-Sí, su pareja, Melton es gay, espero no te molestes, tú me dijiste que no eras homofóbico.

Le di la mano, con amabilidad, rectifique lo que ella dijo y me levante, me excuse y fui directamente al baño, a soltar la carcajada más grande de mi vida, ESTUPIDO NEUROTICO, INSEGURO DE PACOTILLA JA JA JA. 
fin


martes, 14 de enero de 2014

"El día después"

Ulises Cruz se levanto tarde un lunes 29 de Junio, a las 9:15, un día soleado, fresco por la mañana, normal en cuanto al clima. Ulises paso todo el domingo dormido y enfermo, a su edad de 43 años, su cuerpo ya estaba colapsando debido a su estilo de vida trasnochada. Su esposa lo corrió de la casa el jueves y desde ese día no supo hacer otra cosa que beber hasta ahogarse. En el séptimo día de la semana ya no tenía energías ni siquiera para abrir los ojos.

Se había  quedado en la casa de un amigo de colegio con el cual nunca perdió contacto. Mientras Ulises esperaba taxi para dirigirse a su trabajo, trataba de recordar si lo que soñó fue real o no. En el sueño, Luis, su caritativo compañero, intentaba levantarlo para anunciarle que golpearon a un tal Melaya.

Eureka! Encontró transporte, la espera irritante término, el calor húmedo ya lo tenía frustrado, y a un cuerpo como el de Ulises Cruz,  el estar esperando un buen rato de pie, ya le provocaba varios achaques.

Tenía una barriga muy visible que no concordaba con su composición física que siempre fue delgada, daba el aspecto de que estaba embarazado. Su pelo era limitado, se le podía ver la parte superior de la cabeza que la iluminaba el sol.

--¿a dónde va?—le pregunto el taxista, con la cara arrugada, que daba un aspecto realmente estresante—allá por el aeropuerto—respondió Ulises, que noto al conductor más molesto.

En el interior de carro se percibía un olor desagradable y muy fuerte, a pesar de que se había bañado con intensidad, el sabor a trago Tatascan que no se fugo de su boca, y al combinarlo con el olor estupefacto del taxi, le daba muchas nauseas. El chofer lo miraba como esperando a que Ulises iniciara una conversación, pero él es muy callado, le incomodaba hablar con desconocidos, por lo tanto el  piloto hablo primero.

--¿qué locura de ciudad va?—Ulises volteo a ver hacia otro lado con la intención de no devolverle la mirada—si hombe!! Siempre es lo mismo aquí—concordó el afligido Ulises con mucho desgano. Noto que el auto no tenia radio, lo más seguro es que se lo robaron, pues la caja donde se coloca estaba dañada como si la hubieran forzado. Esto enojaba mucho a Ulises, pues el silencio obligaba a una plática forzada.

-- y usted está de acuerdo con…-- en lo que terminaba la interrogante el conductor, se le atraveo repentinamente en el camino otro taxi de manera descarada, que causo un freno bastante fuerte que asusto a Ulises. – ¡qué barbaridad! Tenía que ser taxista !chanchos!—exclamo Ulises sin acordarse, por la cólera, que estaba siendo transportado por un taxi o como diría él ¡un chancho!

Ulises rápidamente cayó en la cuenta que su comentario estaba no solamente fuera de lugar, sino que era torpemente inapropiado, y si el ambiente ya era fastidioso, ahora lo sería ¡más!

--aquí déjeme—solicito Ulises, haciendo parar al taxi en un lugar un tanto alejado de su destino, pero no soportaba la cara furiosa del taxista que había sido insultado accidentalmente por él.

El calor a las 12 del mediodía era extremo, camino unos 100 metros, de repente paro y entro en un fuerte dilema, ¡era mediodía! Si el jefe lo miraba entrar a esa hora, lo despedía inmediatamente, sumándole el hecho de que el jueves y el viernes también llego tarde llevando consigo una penosa resaca.

Mientras tomaba una decisión, su consenso mental fue interrumpido por dos  jóvenes asaltantes, que curiosamente andaban bien vestidos y aseados, incluso más que Ulises. Sin mediar palabras uno de ellos empezó a revisarle los vaqueros, mientras el otro, de unos 28 años más o menos, apuntaba con un arma. El primer ladrón que aparentaba unos 19 años, despojo a Ulises de su cartera. — ¿Y el celular?—pregunto el joven muy encarado—no tengo—contesto un muy asustado Ulises, y no mentía. En la discusión que tuvo con su esposa, ella lo tomo de la mesa y lo lanzo con fuerza hacia él, Ulises lo esquivo y se quebró en pedazo contra la pared.

De la furia Ulises recibió un golpe en su ojo derecho, cayó estrepitosamente. En eso diviso a 4 policías que venían hacia él, los asaltantes también lo vieron y no dudaron en correr lo más rápido posible. Ulises se alegro al ver un acto que se da muy poco en una ciudad donde la policía suele ser muy displicente. Pero toda esperanza de que atraparan a los malosos se esfumo cuando los azules tomaron otra dirección, hacia una aparente manifestación bastante grande.

En lo que buscaba a los ladronzuelos por su cuenta, fue absorbido por los manifestantes que gritaban de todo, vestidos de rojo, casualmente también Ulises, que fue empujado y animado a gritar con ellos. Todo era tan confuso  y más lo fue cuando una bomba lacrimógena fue lanzada, produciendo una embestida de la multitud. Ulises corrió y tropezó 3 veces, en las 3 ocasiones fue ayudado por una mujer derramada en lagrimas, no se sabía si era por el humo o porque de verdad lloraba ante tanto altercado. Ulises agradeció el gesto y como recompensa quiso alejar del conflicto a la mujer, ya de unos 53 años, que no paraba de gritar por su hijo,--¡Carlos Augusto! ¿Qué te hiciste? ¡¡Carlos Augusto!!!—Eran gritos desgarradores--¿señora como es su hijo?—interrogaba desesperadamente pero ella no respondía. Ni modo, se dijo a sí mismo y salió en busca del tal Carlos Augusto, llamándolo como lunático. De pronto apareció un joven--¿Qué paso?— ¿vos sos Carlos Augusto?—le inquieto con esperanza. El asentó con la cabeza--¡te busca tu mama!—ante la mirada incrédula del tipo lo llevo en dirección a la señora.

--¡mire señora, aquí esta su hijo!—exclamo triunfante Ulises. La mujer aun llorando le replico--¡No muchacho, si mi hijo es un niño!—fue tanta la decepción y la ira de Ulises que le grito--¡hay señora quien lleva un niño a estos relajos!—le reprocho Ulises.

Eran las 3:07 cuando Ulises buscaba al niño, pero ya empezaba a resentir achaques de ese día inesperadamente movido. De la nada sintió un fuerte golpe en la espalda. Al ver quien había sido el agresor, su vista se nublo, solo vio una silueta azul, cayó entre desmayado y confundido, débil a la vez, sintió como lo montaban a una paila.

Al volver en sí, se encontró en el piso de un cuarto junto a otros 5 muchachos, en la puerta había un policía dándole con el tolete a un joven que maldecía a diestra y siniestra. Todos los que estaban ahí tenían los ojos inflamados, mas Ulises que recibió uno de tantos golpes en su ojo.

Eran las 7:07 y a Ulises aun no le daban su merecida llamada. Los policías, muy autoritarios en esa posta que años después seria cuestionada, no le creían cuando él les decía  que no tenía nada que ver con los alborotadores, pero estos solo sabían decirle— si andas de rojo en medio del relajo papa—Ulises no entendía nada.

Habían pasado 5 horas desde que estaba apresado, ya se estaba resignando al inevitable destino de tener que dormir ahí, escuchando a los muchachos quejándose de la brutalidad policiaca y sobre algo de que no dejarían que unos ‘’golpistas’’ se apoderaran del país. Pero no pudo saber más, pues cada vez que hablaban eran golpeados por un agente.

A las 11:50 entro un policía y su superior, a interrogarlos a todos. Ulises no podía creer lo que miraba, el subordinado policía, era el mismo que en ese mismo día asalto a Ulises con otro joven. Se cruzaron miradas con los ojos pelados y llenos de sorpresa. Ulises de tan impresionado que estaba, no pudo contenerse más. – ¡el me asalto hoy! ¡Lo juro, me asalto!—exclamaba por todos lados. El superior  miro con unos ojos muy acusadores al policía corrupto!

--Oí me vos, es la segunda vez que te denuncian, primero el taxista diciendo que vos le robaste la radio, ahora este pansa bolo dice que lo asaltaste—los otros muchachos en el cuarto tenían cara de querer decir tantas cosas, pero ya estaban cansado de los golpes.

Llevaron a Ulises a otro cuarto y lo sentaron—mira vamos hacer lo siguiente—se dirigió el comandante a Ulises—este bruto dice que te devuelve la billetera y te dejamos libre con la condición de que ahora te cambies el nombre a Calletano, sabemos que vivís cerca, que te mudaste hace poco con el Cholo—al decir esto el policía  miro a Ulises y después a su arma, amenazándolo  de forma no verbal. El solo quería irse a su casa, acepto el trato y lo liberaron. Al salir vio al taxista de la mañana, y pidió que lo llevara, que allá le pagaba ¡que aquí no mas era! pero él contestó—No, mejor busca un chancho que te lleve—se  arrepintió mil veces de haber dicho eso unas horas antes de que toda la locura empezara, su casa quedaba cerca pero sus pies le pedían la renuncia.

Llego caminando y muy cansado, entro a la  casa de su amigo “El Cholo”. Adentro estaba su esposa muy preocupada -- ¿dónde estabas Ulises?—débilmente respondió—no sabes qué día tuve vieja—y empezó a contar todo lo acontecido. Cuando termino, la esposa, con una  mirada fija en él y con el ceño fruncido le grito— ¿Y es que no te diste cuenta que hubo golpe de estado? ¡Ah! que Bolo más tonto este, ¡En qué mundo vivís!

FIN


viernes, 10 de enero de 2014

Poema Fuego

Cigarrillos y exuberantes risas de juventud,
charcos de licor en mentes con virtud,
que buscan algún lugar para incinerar la soledad,
un lugar para encontrar la mas ardiente espontaneidad.

Que poco importa el mundo cuando enciendes un beso,
utilizando dos bocas sobrecargadas de energía en celo,
toda tela estorba en el calor intenso de  una hoguera pasional,
la piel se quema con las caricias de un morbo irracional. 

Es un acto inverosímil aquel paraíso en el infierno,
el deseo se consume en el enigmático incienso,
emanando fragancias del perfume "Romántico siniestro" 
combinación de azufre y jazmín que siempre aromatizará el cimiento.

Que poco importa la muerte cuando mas se esta viviendo,
de los pirómanos de amor que a cenizas se están reduciendo,
un corazón dibujado en el humo se avistará en los tiempos siguientes,
y debajo de este, se encontrara el presente poema de letras calientes. 









martes, 7 de enero de 2014

¡Solo hay frijoles hombre!

Doña Socorro lavaba la ropa de Don Marín, una camisa roja y pantalón de tela negro, se había convertido en su uniforme los últimos cuatro años. Eran las mismas prendas todos los días, el uniforme de escuela de su hijo, manchado de lodo, y en su cuballera blanca tatuada de varias circunferencias con pequeños octágonos dentro. “A este muchacho solo de portero lo ponen.”

Y en esa monotonía se fue enero, Don Marín llegando a la casa solo para preguntar ¿Qué hay de comer? Y Doña Socorro para responder: Huevos, plátano, tortilla y frijoles.

“Creo que tengo el estomago más aburrido, pero ni modo” pensaba Don Marín, que llegaba preocupado porque en cualquier  momento podría recibir la noticia indeseada,  y eso constituía una tortura mental constante.  Diariamente, sentado en una silla de catre en frente de su casa,  después de un día tedioso en un trabajo realmente explotador, temía que el teléfono de la casa sonara en cualquier momento como la trompeta que anuncia un apocalipsis tenebroso para los pecadores sin redención. “Porque es seguro que van a llamar si me corren,  esos no van a dar la cara para decirme algo así” se decía con actitud de resignación y amargura.

Llego febrero y él sabía que iba a suceder, y el hecho que no se lo dijeran de una vez por todas lo ponían más nervioso, lo volvía loco porque llegaba a esperanzarse de que al final no le quitaran su trabajo, pero era una esperanza dañina, era mejor no tenerla. “Pero es seguro que me voy, si me quedara ya me lo hubieran notificado.”

-¿Y porque no les preguntas hombre? Interrogaba doña Socorro al verlo cavilar como una persona estreñida en el trono de porcelana.

 -¡Y por qué crees! Si vos fueras en un carro sin frenos, hacia un barranco, no acelerarías, apretarías el freno desesperadamente, creyendo que quizá, por milagro o por a saber qué otra cosa de esas que creen en tu pueblo, llegara a funcionar. Mejor decime ¿qué hay de comer?

-Huevos, tortillas y frijoles.-

 “Va, en vez de hacer otro platillo, le quita el plátano al de siempre, pero mejor no digo nada, quizá está ahorrando, este sueldo que recibí podría ser el ultimo.

El calor de marzo se hacía presente, y don Marín, luego de recibir la muerte tácitamente anunciada en forma de  sobre que se deslizó debajo de su puerta como un cuchillo que asesina ensartándose en la boca del estomago, decidió ir al bar Tito Aguacate (infierno preferido de desempleados) lugar donde se emborracho  con lo más barato que pudo conseguir, un bote de agua ardiente que  se sentía como el vivo fuego del infierno antes mencionado, se lo tomo como con sed de hombre perdido en el desierto, puro, sin disfrazarlo, tratando de representar la dura y fuerte realidad que había golpeado su vida en los últimos meses, y gritaba -¡Yo pensando que me iban a llamar con el teléfono cortado, JA JA JA, igual no dieron la cara, ¡Cobardes! ¡Cobardes!

 Con ayuda de uno de esos amigos que siempre se encuentran en esos lugares, el borracho llego a su casa. Doña Socorro lo llevo hasta el sofá y lo acostó  quedando sumido en un sueño que Don Marín hubiera deseado que fuera eterno en esos días. –Que flaco estas Rogelio-dijo doña Socorro-  ya días no  te miraba.

-Si hombre-respondió el amigo- es que solo tortillas con sal como ahora.

-No tienen con qué comer, pero  si con que beber ¡Semejantes pen!… - se vio interrumpida por un ronquido parecido a un rugir de león con problemas de ira.

 -¿queres comer?- pregunto de forma prepotente la señora afligida a Rogelio.

-¡Si  Hombre! ¿Que tiene doña?- respondió Rogelio con alegría.

-Frijoles y tortilla-

-Mmm no es mucha la diferencia con lo que siempre como pero…-

-¿queres o no queres?-

-Dele pues- acepto el flaco resignado.

 Seguía abril y el calor sofocaba en demasía, sumándole los olores que emanaban del riachuelo que se encontraba detrás de los Marín, y los pequeños vampiros no ayudaban a mejorar el ambiente.
 
Al mismo tiempo llegaron Don Marín y su hijo, no del mismo lugar pero si venían de rechazos.

-¿Cómo te fue Hombre? ¿Te dieron el trabajo?- interrogo nerviosamente doña Socorro.

-Nada, me dijeron que estaba muy viejo, no en esas palabras, pero sí de forma sutil - contestó frustrante el pobre don.

 -¿y vos? ¿Por qué no trajiste lo que te pedí?- se dirigió hacia el niño la decepcionada mujer.

- Es que no pedí fiado Mamá- Dijo tímidamente el niño.

-¿Por qué? ¡Te ordene que lo hicieras!-

-es que Doña Irma puso un rotulo que decía que para darle fiado a alguien tenía que tener 112 años y llegar con mi abuelo, ¿no habrá alguien que conozcas que sea así?

-¡que muchacho mas bruto!de tanto pelotazos que le dan- exclamo Don Marín- tengo hambre ¿Qué hay de comer?-

-Yo no sé para qué preguntas ¡bien sabes!- le increpo Doña Socorro.

-Esperando un milagro doña, te pregunto esperando un milagro, decime ¿Qué hay de comer?

 ¡SOLO HAY FRIJOLES HOMBRE!

FIN

viernes, 3 de enero de 2014

Ojos verdes, color preferido

Ojos verdes, eterna vista,
día a día, tu mirada lista,
entrabas diario, con tus cariños,
eran en mi, necesarios caprichos.

Ojos verdes, obsesión de día,
ojos verdes, recuerdo de noche,
eres tu mi verde melancolía,
en cada mirada, en cada roce.

Ojos verdes, color preferido,
es tu recuerdo el constante elegido,
es dulce mientras el mundo gire, 
sonriente también !Amo como ríe! 

Ojos verdes, a veces imprudente,
parte de su gracia, de su ingenua mente,
y su corazón !oh! lleno de ternura,
de lo mas amable, una lindura.

Ojos verdes, siempre enamorada,
ojos verdes, preciosa ilusionada,
nadie la merece, es demasiado buena, 
ojos verdes, tu canto en mi alma suena.

Ojos verdes, mantén tu espíritu fuerte, 
siempre te pienso, tenlo presente,
lo excelso: verte cada mañana,
juro que es imposible olvidar esa mirada.