Hace algunas semanas fue trasladado al hospital por problemas respiratorios, y desde ese momento se pudiera pensar que iniciaba una crónica de su muerte anunciada, pero lo cierto es que un autor como Gabriel García Márquez será inmortal al mas puro estilo de su realismo mágico.
Recuerdo cuando apenas a mis doce años comenzó esa ansiedad dulce por comenzar a leer, y por ahí, en algún rincón empolvado encontré "Crónica de una muerte anunciada". Solo pude leer quince paginas, no entendía nada, y ya se me había advertido lo confuso que me podía resultar. Quizá mi mente necesitaba mas conciencia, mas vivencia o mas historia, no se, lo cierto es que aun no estaba listo para leer a Gabo.
Coquetee con la literatura durante toda mi pubertad sin lograr conquistarla. Ni siquiera en los controles de lectura, donde mi profesora me presentaba bellezas literarias, que yo, en mi inmadurez, era débil en cortejarlas y terminaba por ignorarlas.
En mi ultimo año de colegio tuve un catalizador; un profesor joven, quien vestía al estilo brit-pop de los noventa. Bastante bohemio, de esos intelectuales raros de ver. Un día preguntó a la clase el significado de la literatura. Todos dieron diferentes respuestas, claro, unas parafraseaban a otras, estaban las que rozaban la definición de los diccionarios y estaban las mas ridículas que ocasionaban en el interior de la mente del excéntrico catedrático alguna risa de decepción.
Jamas olvidare lo que nos dijo cuando nos dio su definición personal de la literatura: Un vicio. Si, un vicio, de los buenos, o mejor dicho de los sanos, porque debo admitir que algunos de los insalubres me parecen buenos a su manera. Entonces me hice la pregunta ¿que es lo que tienen los libros para llegar a enviciarse a ellos?. En mi primer año de Universidad, como tarea debía leer 100 años de soledad, y al terminar de leerlo, esa pregunta fue finalmente contestada.
Hoy en día he leído 5 libros de Gabo, y voy por el sexto. Si, los libros desde esa tarea, pasaron a ser mi vicio. Pase de leer esporádicamente a hacerlo constantemente. Ahora pienso que las mejores obras son aquellas que tienen de todo, y que de ese "de todo", nada parece estar de sobra. 100 años de soledad es uno de esos libros donde pasa de todo, y eso te maravilla cada vez mas, no solo cuando pasas la página, sino también cuando lo vuelves a leer. Para mi es un libro que cuenta la historia de latinoamerica. Porque a pesar de que Macondo es inspirada en su tierra natal Aracataca, todo cuanto sucede allí en su obra, es un reflejo de lo que ha acontecido en este mítico continente; La soledad que nos embarga, los amores fríos, las guerras políticas, etc.
Una gran ayuda para reflexionar acerca de Latinoamerica, ademas de leer 100 Años de soledad, es escuchar el discurso "La soledad de América Latina" que dio cuando recibió el nobel a la literatura en 1982. En él, nuestra querida Tegucigalpa no se escapa de ser mencionada por el Colombiano; al decir que la estatua de Francisco Morazán ubicada en la Plaza Mayor, es en realidad la del mariscal Michel Ney del ejercito de Napoleón, comprada en París en algún polvoso deposito de estatuas usadas (seguido de eso hubieron risas en el público). Si, Honduras desde esos tiempos, y tal vez desde siempre sufre de la soledad de la cual a Gabo no se le olvidó señalar.
Es, probablemente, el autor mas importante de la literatura hispanoamericana, y de él se dicen tantas cosas; desde el puñetazo que Vargas Llosa le propinó (y que por cierto calificó con un 20 su copia de 100 años de Soledad), hasta su amistad controversial con Fidel Castro, pero sin lugar a dudas, después de su muerte, la mejor forma de hacerle tributo y de recordarlo es la que Isabel Allende propone, "En vez de llorarlo debemos seguir leyéndolo".
Yo no solo me envicie, también me enamore de la literatura y de la mejor forma, leyendo a Gabriel García Márquez, por eso le doy gracias, ¡gracias Gabo!, a quien hasta antes del jueves santo, guardaba la ilusión de conocerlo, esa ilusión similar a la del coronel esperando su pensión.